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22 may 2011

Entrevista a Andrés Bustillo: el 3D llega a la Cartuja

Andrés Bustillo, de 38 años y natural de Vigo, es doctor adscrito al Área de Lenguajes y Sistemas Universitarios en la Universidad de Burgos. Es el coordinador del proyecto de reconstrucción de la Cartuja de Miraflores tal y como se concibió a comienzos del siglo XVI. Su objetivo es recrear en 3D el edificio original. Bustillo, junto con el modelador Mario Alagüero y el Área de Historia del Arte, ha llevado a cabo un proyecto apasionante y un reto dentro del mundo de la realidad virtual.

   
La idea del proyecto, ¿quién la propone?
Estas cosas al final yo creo que acaban siendo siempre producto de algún café (ríe). Te tomas un café con la gente y dices: ¡Ah!, pues mira, estamos pensando en modelar un edificio. Y dices, oye: la Cartuja es muy sencillo. Sólo tiene una nave y es un edificio que tiene mucha simbología. Es un enterramiento e Intenta transmitir la idea de que, de alguna manera, toda la sociedad va con los Reyes camino de un paraíso que nos guía Cristo. Cuando te cuentan toda esa idea, tú dices: pues qué bonito sería imaginárnoslo como era, sin todas las rejas que tenemos ahora. Y entre que cruzas las ideas y un día sale dinero y otro día sale un poco de buena voluntad, nos pusimos a hacerlo.
¿Y porqué habéis elegido la Cartuja y no otro edificio?
En principio porque era un edificio muy sencillo, o eso creíamos. La sorpresa que nos llevamos es que no era tan así. Tiene unos retablos que tienen muchísimo detalle, y modelarlos hace el asunto infinito y muy complejo. Pero bueno, nuestra inocencia nos llevaba a decir que iba a ser más sencillo. Además, es un edificio que desde el punto de vista histórico y artístico tiene mucho que decir. Nos daba la posibilidad de prácticas después con los alumnos de Historia del Arte y de plantearnos hasta que punto un modelado 3D o una sala de realidad virtual nos puede ayudar en la docencia.
¿Cuál ha sido la parte que más interesante le ha parecido?
Desde el punto de vista informático, el reto de convertir una pantalla de ordenador en un edificio real que conocemos era apasionante. A la larga, quizás lo más atractivo ha sido ver cuánta gente distinta nos hemos ido mezclando en el proyecto, ver cómo se lo enseñas a un monje y al monje le encanta, o sea, al final ver que algo que tú estás haciendo dentro de tu departamento y que siempre acaba estando dentro de tu propia gente se puede convertir en algo muy universal. Ha sido muy bonito.
Ha sido curioso, porque habíamos iluminado intentando imitar la sensación que puedes tener si tuvieras muchas lámparas de aceite o incienso allí quemando, generando un poquito de humo. Los monjes al verlo nos dijeron que esos efectos no sólo existen de día, sino también de noche. La luna llena se va proyectando y se ve cómo va pasando por las ventanas, a través de las vidrieras. En diciembre hay un óculo a través del cual pasa la luz a última hora del atardecer e ilumina el Cristo del retablo sólo en la zona central. Empezaron a contarnos otros efectos que no están ni explicados, ni nadie los conoce, ni publicados. Hay pequeños milagros de la luz que estaban pensados cuando se modeló el edificio. Eso ha dado lugar a que todavía estemos pensando cómo mejorar todo el tema de iluminación e intentar recrear esos efectos en el ordenador para que la gente los pueda ver. Venir el 24 de diciembre a Burgos y estar a las 6 de la tarde allí metido viendo el último sol, no suele apetecer a la gente. Queremos ser capaces de transmitir eso.
¿Cree que vuestro proyecto se puede extender a otros edificios o áreas?
Hemos contactado con la Universidad de Santiago de Compostela, que tiene una sala de realidad virtual igual que la que tenemos nosotros. La idea es intentar conectar en red a tiempo real las dos instalaciones, tener alumnos de Historia del Arte o de titulaciones similares en las dos salas y que un profesor de aquí explique la Cartuja de Miraflores proyectándola en las dos salas. Y, consecutivamente, como ellos tienen modelada la Catedral de Santiago de Compostela y tienen más dinero (por lo visto), que un profesor de allí pueda explicar cómo era la Catedral en el siglo XVI. Para los alumnos supondría, en cuestión de segundos, pasar de lo que era el final del gótico en Burgos a lo que era el final de gótico allí. Sino lo que tendrían que hacer es coger un autobús, hacer un montón de kilómetros, irse tragando iglesia a iglesia y el efecto comparativo es muy difícil, porque desde la primera a la última tienes ideas, pero tu propio cansancio físico no te ayuda. Aquí incluso te la están explicando expertos distintos, porque el profesor de Santiago es el que conoce la Catedral de allí y que la tenga que explicar uno de Burgos, pues la conoce, pero no la va querer de la misma manera que puede querer la Cartuja.
Hemos intentado también reconstruir el monasterio de San Pedro de Arlanza, un emblema del nacimiento del castellano. Es un edificio que no se conserva, con lo cual es otro reto. Sólo se conserva una parte de la estructura original y sobre todo modificaciones del siglo XVIII. La idea es que la reconstrucción se puede intentar vender a administraciones públicas, como puede ser la Diputación o la Junta de Castilla y León para que ponga una sala temática en el propio edificio que existe ahora. Siempre aporta más. Vas a ver la Cartuja, y aunque la veas modificada, las modificaciones son relativamente pequeñas. En cambio, en un edificio que no existe, da lugar a muchas más posibilidades.

Enlace al sitio web de su proyecto: http://coquendo.es/cartuja/index.html

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